Dos sencillos pasos para descubrir tu patrón de conducta en tus relaciones

¿Has tenido alguna relación en la que todo era complicado?

Puede ser con una pareja, con una amiga, con algún jefe o jefa, con una compañera de trabajo.

Esa relación en la que habitualmente había fricción, falta de entendimiento, incomodidad, probablemente hasta enfado.

Puede que incluso ahora al pensar en esa persona vuelvas a tener la misma sensación o emoción.

Seguro que también has tenido la fortuna de conocer a esa amiga, jefe o compañero de trabajo, con el que todo es sencillo, fácil, da gusto hablar con esa persona.

Porque como diría mi madre, “de todo hay en la viña del Señor”.

Y ¿no te has preguntado qué es lo que tiene esa persona que me saca de mis casillas?

Seguro que sí, y te propongo descubrir qué puede ser, si todavía no lo sabes.

Pero vamos echar un vistazo a ambos lados, es decir, a ti misma y a la otra persona.

Porque, como seguramente sabrás, en toda relación, del tipo que sea, cada parte pone algo de si mismo para que se mantenga la manera de funcionar aunque resulte insatisfactoria.

Los ingredientes del cóctel que mina toda relación

Algo que aparece con bastante frecuencia cuando hay dificultades en las relaciones con los demás ya sea a nivel personal o profesional es la Exigencia y la Frustración. Ambas además están íntimamente relacionadas.

La Exigencia

A todos nos gusta que aquello que nos proponemos resulte tal cual lo hemos planificado.

En muchas ocasiones los planes puede ser que no se cumplan bien debido a que hemos puesto un listón muy alto o no hemos tenido en cuenta los posibles obstáculos.

Además existen los imprevistos que siempre van a estar ahí y ante los cuales lo único que podemos hacer es modificar y ajustar el plan.

Un cierto nivel de exigencia te ayuda a conseguir tus objetivos el problema aparece cuando no das un margen para el error o no aceptas que tu plan no resulte tal y como lo has imaginado en tu cabeza.

Así la exigencia, la búsqueda de la perfección te lleva a sentirte insatisfecha casi permanentemente.

Si eres exigente contigo también lo vas a ser con los demás. Aparecerá el control y la intransigencia al esperar que los demás actúen como tu lo harías, tengan tus mismos gustos, estén dispuestos a hacer lo que tu harías, deseen lo mismo que tú, etc.

La Frustración

La frustración es una respuesta emocional ante deseos y expectativas no cumplidas.

Todos en algún momento u otro nos hemos sentido frustrados. La diferencia está en cómo de a menudo nos sentimos frustrados y cómo reaccionamos ante esa emoción.

Depende del aprendizaje que hayas realizado en tu infancia entorno a la frustración el que tengas una mayor o menor tolerancia a la misma.

Puede ocurrir que ante cualquier eventualidad, por pequeña que sea, se salga de tu esquema o de tus expectativas y te sientas decepcionada y frustrada.

La frustración puede desencadenar irá, ansiedad, depresión, dependerá de los rasgos de personalidad de quien la sufra, de la asiduidad y la intensidad.

El entorno también juega su papel , si estás en un entorno laboral altamente competitivo, donde las metas u objetivos son muy exigentes y donde sólo se valora el resultado y no el esfuerzo, será más fácil que se produzcan situaciones frustrantes.

Cómo tus expectativas no se verán cumplidas la insatisfacción estará presente habitualmente y afectará a tu estado de ánimo y a tu actitud. Probablemente pensarás que el otro no está a la altura, te ha fallado, no tiene interés, no se esfuerza, etc.

En el caso de las relaciones de pareja, si tu relación no cumple con los requisitos que consideras debe cumplir cualquier relación de pareja, o si sientes que no eres correspondida o escuchada en la misma medida que tu escuchas o atiendes a tu pareja, será una fuente de malestar e insatisfacción para ti, es decir, de frustración.

Si consideras que es importante un contacto continuo diario por teléfono o wassap con tu pareja y no contesta cada mensaje o llamada que haces durante el día, te sentirás desengañada.

Si si te contesta pero con un comentario breve y tú consideras que el tema da mucho de sí, sentirás que no le interesa mucho lo que le explicas.

Con tus hijos también ejercerás esa exigencia y se traducirá en control para asegurarte de que hagan las cosas como se deben hacer. Rara vez estarás satisfecha con sus resultados y a ellos le estarás generando un sentimiento de no ser adecuado y tal vez estrés.

Estos serían ejemplos de alguna de las situaciones que pueden darse.

Qué estás poniendo de tu parte

Por último, me gustaría darte alguna pista más sobre qué puedes estar poniendo de tu parte. Tiene que ver con tu carácter que a su vez determinará tu estrategia a la hora de relacionarte con otras personas.

Revisa con cual de ellas te sientes más identificada ya sea en la relación con tu pareja, amigos, compañeros de trabajo, jefes, etc:

  • Te sientes decepcionada cuando la otra persona no cumple con todo aquello que es necesario para tener una relación perfecta

  • Esperas que la otra persona te necesite y te lo diga continuamente porque tu te entregas totalmente y siempre estás disponible para ofrecer tu ayuda

  • Quieres sentirte continuamente reconocida y admirada en todo lo que haces y por supuesto que los demás estén también a la altura

  • Que la otra persona esté cuando tu quieras y que al mismo tiempo te deje cuando lo necesites, que respete tu espacio y que todo eso lo sepa sin necesidad de decírselo

  • Que te entienda a ti y que te lo ponga fácil para entenderle sin necesidad de muchas explicaciones, que respete tu espacio no hace falta contar según que cosas y al mismo tiempo que esté a tu lado y te apoye

  • Esperas que confíe en ti y te haga sentir segura y puede que aunque todo vaya bien tengas dudas porque no confías y no te lo crees

  • Esperas que la relación sea genial, intensa y disfrutar continuamente y que el otro también sea divertido y entusiasta en todo momento.

También puedes aplicarlo a la inversa, es decir, la persona con la que tienes ese conflicto o falta de entendimiento puede responder a uno de estos patrones.

Si todavía no sabes cual es el patrón que sigues habitualmente y quieres descubrir cuál es te sugiero que sigas estas pautas.

Primeros pasos para reconocer tu patrón de relación

#1# Obsérvate

Pon atención durante unos días a qué es lo que piensas, haces o dices y cómo te sientes cuando te relacionas con la persona/s con la que tienes la dificultad.

Identifica qué es lo que se repite en esos tres niveles (pensar, hacer y sentir).

#2# Ponte en el lugar de la otra persona

Cuando dispongas de un momento en el que estés sola imagínate que tienes enfrente a la otra persona.

Sitúate en ese lugar donde te has imaginado que está y cerrando los ojos ponte en su lugar, en lo que piensa, lo que hace o dice y en lo que siente.

Es conveniente que realices este ejercicio, los dos pasos, durante varios días para que adquieras cierta habilidad, al principio puede resultar un tanto difícil por la falta de práctica.

Al cabo de unos días seguramente empezarás a reconocer qué es lo que se repite en la mayoría de las ocasiones en las que te relacionas con esa persona/s.

Te aseguro que si sigues estos pasos y pones tu atención, sólo el hecho de descubrir qué es lo que hay te va a ayudar a hacer algún pequeño cambio, ya sea en tu actitud o comportamiento, que te facilitará la relación con esa persona.

Te ánimo a que lo pruebes porque en tus manos está parte de la solución.

Si este post te ha dado alguna pista o quieres contarme los resultados de la propuesta, adelante compártelo aquí abajo. Me encantará saber de ti y compártelo con quien desees.

Muchas gracias por estar aquí y seguirme.

2 comentarios en «Dos sencillos pasos para descubrir tu patrón de conducta en tus relaciones»

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