Este año han pasado muchas cosas importantes, tristes, alegres, que me hacen confiar, que me dan miedo y que me hacen seguir aprendiendo.
Y no me quiero poner sensiblera, aunque y ¿por qué no dejar salir la parte más tierna?
Porque todos tenemos esa parte, algunos la muestran sin temor, otros como una servidora, no tanto. Y ahora soy consciente de ello porque en realidad durante mucho tiempo ni me lo había planteado.
Quien más me ha ayudado a descubrir esa parte tierna ha sido mi hija. De hecho, ella me ha ayudado a descubrir muchas partes que hay en mi. Algunas agradables, otras no tanto.
Hoy creo que te voy a hablar de las agradables, tal vez por las fiestas en las que estamos, o simplemente porque me da la gana.
## La primera
Ahora que lo estoy escribiendo, me asalta la emoción, me invade un cosquilleo por el pecho, es la capacidad de amar, ese amor desmedido, incondicional, sin ningún resquicio por donde pueda colarse la duda.
Me viene la imagen de recién nacida, tan vulnerable y en realidad con tanta fuerza para vivir.
Y con tanta capacidad de amar y mostrar su cariño, a veces, dando un salto para abrazarme que casi me tira al suelo del impulso y la energía que derrocha.
## La segunda
Es la fuerza, sentirme firme, enraizada y apoyada en el suelo de tal manera que ningún contratiempo, peligro, terremoto me impedirá estar a su lado y defenderla ya sea física o emocionalmente.
La imagen que me viene es la de una loba que defiende a sus cachorrillos. Y ella es fuerte, decidida y dispuesta a defender aquello en lo que cree.
## La tercera
La payasa. Sí tengo una parte de payasa, clown, como prefieras.
Esa parte que me libera de mi seriedad habitual, de mi rigidez y que me da alegría, me divierte y me permite/to jugar con ella como una niña más. Y sólo existe ese momento y todo lo demás (preocupaciones, deberes, tareas,) desaparece.
Y puedo respirar y saltar y cantar y reír y verla a ella.
Y me sigue invadiendo, no sabría como definirlo, algo que me sube por el pecho y llega a la garganta para salir en forma de suspiro.
## La cuarta
Vivir el presente. ¡Parece mentira que hayamos perdido la conexión con el presente! A veces me dice, “mamá me estresas”. Son esos momentos en los que me dejo llevar por el reloj, por la hora, lo que toca ahora, lo que hay que hacer.
Y es cierto que en la sociedad en la que estamos, en muchas ocasiones estamos supeditados a unos horarios, un tiempo para cada cosa. Esa rutina, estructura, orden, nos facilita bastante la vida.
El problema es cuando nos comprime y nos aprisiona, no dejando espacio para simplemente estar en lo que hay, sea jugar al parchís, fregar los platos, tomarnos un café o leer un libro.
Observarla cuando dibuja, lee, juega, mira la TV o cualquier cosa que hace me contagia de esa paz y calma que da estar en el aquí y ahora, en el presente.
Y si tienes un maestro o maestra en tu casa, sabes de lo que te estoy hablando. Porque los hijos ponen tu vida patas arribas y haces cosas que nunca se te habrían pasado por la cabeza y no haces aquellas que estabas 100% segura que harías cuando tuvieras hijos.
Y el último aprendizaje te lo explico con un cuento.
El Aprendizaje correcto
Cuentan que dos jóvenes monjes de un monasterio tibetano recibieron el encargo de su maestro de comprar los víveres de aquel mes en un pueblo bastante alejado. Viajaron hasta allá con los ahorros que les habían dado para la ocasión, compraron las provisiones y emprendieron el regreso.
De vuelta al monasterio, cargados con las provisiones, se encontraron un hombre viejo que estaba sentado en el borde del camino y que les interpeló:
-
¿Cómo es que seguís este camino? ¿Que no sabéis que esta lleno de bandoleros que os atracaran? Si cogéis el camino de la derecha iréis mejor y mas seguros.
Los jóvenes siguieron el consejo del anciano. De repente, uno de los bandoleros los asaltaron y perdieron todos los víveres. Al llegar al monasterio, desolados, el maestro hizo pasar al primer monje a su estancia y le interrogó.
-
Dime, ¿qué has aprendido de esto que os ha pasado?
-
He aprendido , maestro, que no he de confiar en los desconocidos- dijo el joven.
Acto seguido hizo pasar al segundo monje y le hizo la misma pregunta:
-
Dime ¿qué has aprendido, de esto que os ha pasado?
-
He aprendido a esperar lo inesperado.
Al día siguiente, el primer monje salió del monasterio para no volver más. El segundo se quedo: había hecho el aprendizaje correcto.
ESPERAR LO INESPERADO.
Seguro que si tienes hijos, ellos también han sido y son tus maestros.
Cuento de libro: “Tu Mateix” de Mercè Conangla i Jaume Soler.
¿Qué es lo que has aprendido con ellos?
Paciencia, a no tomarme las cosas tan enserio y aprender de su sinceridad.
Hola Tina, grandes aprendizajes!! Paciencia, mucha paciencia y relativizar. A veces parece que el mundo se acaba y en realidad visto con objetividad aquello que nos agobia o preocupa no es para tanto. La sinceridad nos podría liberar de algunos dolores de cabeza. Muchas gracias. Sigamos aprendiendo! Un abrazo.
Hola Montserrat;
Yo soy madre también y suscribo punto por punto lo que dices;
Sobre todo me ha llegado el punto de vivir en el presente , pues estoy desde hace un par de años en un aprendizaje continuo de meditación, tanto formal como informal, y mis hijos están mucho más avanzados que yo en ello, de forma natural.
Precioso el cuento; no es aprender para hacerlo mejor en la siguiente; es aceptar.
Un abrazo, y Feliz Año Nuevo.
Hola Bea, estoy de acuerdo contigo de forma natural ya lo tenemos de niños, el tema es que al hacernos adultos la mayoría vamos perdiendo esa conexión con el presente. Y volver al presente es lo que evita el estrés, la ansiedad y nos ayuda a vivir disfrutando. Tenemos que reaprenderlo. Gracias por tu aportación! Un abrazo
Muchas gracias Montse por abrirnos tu experiencia. Yo soy madre muy reciente, apenas 10 días, y de momento lo que me ha enseñado es a confiar más en mi misma y a también a poder ver que somos muy fuertes, más de lo que pensamos! Y es cuando estamos con ellos o tenemos que hacer cosas por ellos, cuando de verdad sacamos lo mejor de nosotras. Estoy segura que va a ser un gran camino de aprendizaje 🙂
Hola Carmen, Enhorabuena! Estoy totalmente de acuerdo contigo en que sacan lo mejor de nosotras. Grandes aprendizajes en tan pocos días Carmen. Cuídate mucho y disfruta todo lo que puedas en ese camino. Un fuerte abrazo,
Hola. estoy convencida que mis hijos son mis grandes maestros. Son pruebas diarias de paciencia, aceptación y respeto. Ahora como adolescentes mas.
Feliz año y a continuar el camino. Gracias por los comentarios.
Hola Yuliali, me alegro que tus hijos tengan esas cualidades y tu reconocimiento hacia ellos. Feliz año también para ti. Gracias por compartir tu experiencia. Un abrazo