Como ya comenté en mi anterior post sobre el tema de los elementos (¿Qué significa tener los pies en la Tierra?), en muchas tradiciones y culturas se han utilizado los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire) para explicar los patrones de la naturaleza.
Los cuatro elementos clásicos griegos tierra, agua, fuego y aire datan de los tiempos presocráticos y perduraron a través de la Edad Media hasta el Renacimiento, influyendo profundamente en la cultura y el pensamiento europeo.
En otras culturas como la india, japonesa, china, también hacen mención a estos cuatro elementos y en su caso añaden uno más como son el éter y la madera respectivamente.
En la Grecia clásica la teoría de los cuatro humores se utilizó para explicar el cuerpo humano y su funcionamiento. Posteriormente se asoció al temperamento de la persona, según el elemento que predominaba, así era el carácter de la persona.
El elemento agua es uno de los elementos pasivos. Entre un 65 y 75% del cuerpo humano es agua. Tiene que ver con todos los fluidos y lo podemos situar principalmente en toda la zona del abdomen.
Como elemento el agua, está en continuo movimiento, en un fluir continuo. Tiene la capacidad de adaptarse al recipiente donde está contenida. Así puede ser tranquila, reposada o un torbellino.
Se caracteriza también porque es un elemento renovador, depura y limpia pero si se queda parada, se estanca.
El agua representa las emociones, que pueden ser profundas, cambiantes, que pueden quedarse bloqueadas, reprimidas. Refleja el movimiento emocional de la persona.
Por eso tiene que ver con cómo se maneja la persona a nivel emocional, la impulsividad, los cambios de humor, lo profundo. Puede quedarse atascada y pudrirse como ocurre con las emociones bloqueadas, no expresadas. Puede convertirse en un torbellino.
Las personas con una escasa capacidad de adaptación a los cambios, de fluir con la vida, pueden llegar a sufrir tensiones, ansiedad, estrés.
Como energía tiene que ver con la quietud, fluidez y en su extremo opuesto con la corriente que arrasa, que puede destruir.
El elemento agua domina al fuego y es dominada por la tierra.
El elemento fuego calienta y aporta energía al cuerpo. Se sitúa en la zona en la que se encuentra, el corazón, los pulmones, las costillas, pectorales, y parte superior de la espalda.
Es un elemento activo, dinámico, exigente, brillante, explosivo, busca expandirse. Puede ser inesperado, cambiar sin previo aviso.
Está relacionado, con la interacción con los demás, con la acción, la valía personal, el empuje. Su propia fuerza puede llevarle a arrasar y dejar huella.
También tiene que ver con la capacidad de darse a los demás, de amar sin condiciones, de brillar.
Como energía puede ser cálida acogedora, vigorosa y si se deja llevar sería destructora.
Cada uno de estos elementos, de este tipo de energía puede estar más o menos presente en la persona. Suele predominar un tipo, aunque ello no quiere decir que en momentos y situaciones concretas no pueda haber otro tipo de energía.
Tener identificada cual es la que predomina, permite poder contrarrestarla en las situaciones que no sea conveniente o pueda generar malestar.
El trabajo corporal a partir del Movimiento Expresivo junto con técnicas de PNL y Ludoformación, permite descubrir esta predominancia y explorar otros tipos de energía no conocidos o menos transitados.
¿Cual es tu caso? ¿Sabes que tipo de energía predomina en ti habitualmente? Puedes dejar aquí tus comentarios.
Bibliografía: «Hablar con el cuerpo» . Luis Carvajal Pérez