3 Estrategias simples para tener el timón de tu vida e Incrementar Tu Confianza

¿Te han dado alguna palmadita en la espalda?

Seguro que sí.

¿Verdad que saben a gloria y que hace sentir contenta y valorada?

A todos nos gusta y nos hace sentir bien que nos valoren y sentirnos aceptados.

El deseo de aprobación es algo natural.

¡Cuidado! Si para cada opinión que das y cada decisión que tomas deseas la aprobación de una persona (tu madre, tu pareja, tu mejor amiga, etc) y si no lo consigues te sientes mal, es cuando convendría que hicieras algo al respecto.

En ese caso, ya no hablamos de deseo, sino de necesidad. Cuando hay necesidad es como si fueras una planta a la que si no le echan su dosis diaria de agua se va marchitando poco a poco.

Y cuando esa necesidad se extiende a todas aquellas personas que te rodean, que forman parte de tu vida, ya sea personal o profesional, el problema se agrava.

Es como si estuvieras entregándoles el mando de tu vida, de tu bienestar emocional.

Puede ser que no te hayas dado cuenta, que no seas plenamente consciente de ello, tal vez porque llevas toda la vida reclamando esa aprobación.

¿Qué es lo que hace que pidamos aprobación?

Entorno Familiar

Los niños realmente necesitan el apoyo y aprobación de sus padres durante su infancia. Ahora bien, ello no implica que deba ser absoluto y en todo momento.

Los niños por su propia naturaleza tienen el impulso de hacer cosas por sí mismos de esa manera refuerzan su identidad, su autoestima, su deseo de independencia.

Si tus padres en tu infancia cada conducta que realizabas encaminada a tu independencia la alentaban y reforzaban, poco a poco tu confianza en ti misma se fue consolidando de tal manera que sólo necesitas tu propia aprobación y deseas la de los demás pero no dependes de ella.

Sociedad

La sociedad en la que vivimos alimenta la idea de que necesitas ser aprobado y apoyado por los demás para estar dentro del círculo, para mantenerte dentro de lo que se considera correcto.

Tu opinión es menos importante que la de los demás. Siempre hay alguien por encima tuyo que será el que tenga que validar lo que hagas o digas (padres, profesores, jefes, políticos).

Las instituciones religiosas también han jugado su papel en la obediencia y sentimiento de culpa cuando te sales de la norma. Han desvirtuado en muchas ocasiones los mensajes de los grandes maestros.

El resultado es que se exige una conducta moral no por ti misma sino para no ser castigada por Dios y aunque dicho así parece que quedó enterrado en la historia, todavía queda un poso.

Son muchos mensajes recibidos a lo largo de tu vida que contribuyen a ese conformismo, a esa falta de confianza y que pueden llevarte a sentir esa necesidad de ser aprobada y halagada.

Como comenté en el post Cómo desarrollar el músculo de la gestión emocional , la clave o el punto de partida es ser consciente de qué es lo que haces y qué es lo que sientes.

La necesidad de aprobación se fundamenta en una sola suposición:

“No confíes en ti mismo, confirma todo con otra persona primero”.

Wayne Dyer

Cómo detectar si le das el mando de tu bienestar a los demás

Algunos de los síntomas o conductas de búsqueda de aprobación son:

  • Supeditar tus decisiones siempre a la opinión de una persona.

  • Suavizar tu opinión sobre algún tema en concreto (cómo educar a los niños, política, etc) cuando ves a tu interlocutor poner cara de contrariado o no estar de acuerdo

  • Dar tu punto de vista en una reunión de trabajo pensando en lo que tus compañeros puedan opinar y no decir realmente lo que piensas.

  • Ser excesivamente amable y aduladora aunque no estés de acuerdo con lo que se dice

La realidad es que jamás vas a contentar todo el mundo. Puedes estar satisfecha si consigues que el 50% de las personas estén de acuerdo con lo que haces o dices.

Si partes de la premisa de que puedes encontrarte en más de una ocasión con alguien de ese otro 50% que tiene un punto de vista diferente del tuyo, te será más fácil no ofenderte ni desesperarte.

Lo que te engancha al halago

Por un lado es una conducta aprendida y repetida durante mucho tiempo y que en cierta manera te ha hecho sentir bien, aunque te haya podido reportar mucha frustración y malestar.

Algunos de los motivos principales están asentados en “beneficios” neuróticos:

  • Poner la Responsabilidad de lo que sientes (infeliz, frustrada, resentida, etc) en los demás. Si tu te sientes así porque la otra persona no te aprueba, ella es la culpable de que estés así y no tú

  • Si ellos son los responsables de cómo te sientes, cualquier CAMBIO en ti es imposible. En realidad tu no puedes cambiar porque son los otros que hacen que sea así. Es una manera cómoda de no hacer nada.

  • Mientras no puedas cambiar no tendrás que hacer nada que te implique correr un riesgo. Te quedas anclada en esa búsqueda de aprobación.

  • Alimentas la autocompasión

  • Puedes engañarte a ti misma diciéndote que los demás te apoyan y de alguna manera te sientes bien, aunque en el fondo hay un descontento.

Estrategias para eliminar la necesidad de aprobación

Para disminuir tu comportamiento en pos de la aprobación continua es necesario que identifiques y tomes consciencia de cuales son esos “beneficios” de esa conducta.

También puedes empezar a aplicar la siguientes estrategias comenzando por la que prefieras:

  • Da las Gracias. Si una amiga, tu pareja, etc te dice que te estás comportando de una manera que no les gusta puede ser reservada, cabezota, persistente, simplemente dales las gracias por darte esa información que te servirá para tu desarrollo personal. Con ese acto de dar las gracias evitas el tener que hacer algo para que te apruebe.

  • Ponte a prueba. Puedes buscar a propósito situaciones en las que sabes que vas a ser desaprobada. Seguramente conoces a alguien con quien sueles estar en desacuerdo sobre algún tema, aprovecha e inicia una conversación sobre ello. Procura mantenerte en tu postura y aceptar que no esté de acuerdo contigo.

  • Pregúntate. Cuando sientas que te critican, hazte esta pregunta ¿me iría mejor si estuviera de acuerdo conmigo? Seguramente no. Lo que la otra persona piense no puede tener ningún efecto sobre ti a menos que lo permitas.

Empieza a practicar para eliminar esta necesidad, porque no basta con decir que no vas a dejar manipularte o que te influya la desaprobación de los demás. Hasta que no te encuentres en este tipo de situaciones, no podrás saber si realmente es así.

Piensa que has estado durante muchos años actuando de esta manera, son muchos los mensajes recibidos para que dieras el mando a los demás.

Ahora es el momento de sentir que el mando lo tienes tú, de ser tú misma y confiar en tus propias opiniones y decisiones.

Y si quieres contribuir a que otras mujeres lo consigan, comparte aquí tu propia experiencia y da tu opinión. Te invito a que empieces practicando aquí.

Fuente: “Tus zonas erróneas” Wayne Dyer

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